Calificación: 4/5 Por: Atilio Flores "Moonlight es una radiografía social, una denuncia que enfrentamos desde la mirada de los propios actantes de la sociedad, el desenlace de una vida sin propósitos claros, decisiones arbitrarias que son llevadas por la marea de la vida, volcándonos a estrellarnos para regresar con más ímpetu a la misma, encaminarnos a la única vía que permite la paz, el amor".
El filme adentra la disyuntiva social a través de la vida de Chiron, dividiendo la película en tres actos que representan los fundamentos claves que forman al hombre: la niñez, la adolescencia y la adultez, y cómo en ella los seres que rodean al individuo forjan el “yo social” del joven dentro de un barrio de negros en los suburbios de Miami. En “Luz de Luna” vemos como su núcleo reincide en la comunicación, en el cariño y aceptación que buscamos constantemente en el mundo, identificarnos en que parte de la vida encajamos y somos vulnerables, lejos de las corazas que externamente nos vuelven duros, escondiendo en el interior los deseos que nos hacen humanos.
Chiron ejemplifica precisamente este factor, crucial en esencia, de como la falta de cariño y rumbo de los padres puede pervertir el desarrollo emocional e inclusivo de sus hijos, los cuales desgraciadamente son la prole no deseada gracias a la irresponsabilidad e irreligiosidad de la sociedad en general.
Naomi Harris como Paula, la madre Chiron, manifiesta este patrón a la perfección, una reproducción exacta del destroce de sentimientos que lleva al abuso, las drogas, pero sin olvidar un factor transformador que cala hasta los huesos, ser una madre que al final de los días reconoce sus penas y su rol en la familia.
Similarmente, Mahershala Ali como Juan expone esa doble moral del ser, demostrando que la vida esta llena de grises -que se puede encontrar bondad en la maldad y maldad en la bondad- al interpretar al protector del pequeño Chiron. Juan se encargará de mostrarle a “Little” la figura paternal que le hace falta en la vida, lecciones que le adentrarán al mundo real.
Por otra parte, el desarrollo intermedio del filme se establece en la adolescencia, su descubrir en el mundo, explorar la sexualidad y los placeres que esta ofrece encaminado con el morbo, el deseo de sentir ese cariño por parte de alguien que llene los vacíos con la seguridad, que motive a crecer, acto que se ve violentado por la contradicción de Kevin, su único amigo.
El conflicto entre Kevin y Chiron, más allá de esa amistad compartida desde la niñez, la liberación de sus deseos carnales, la traición y el arrepentimiento, se volverán la columna vertebral por la que la historia concluye sin mayor reparo en el reconfortante perdón y cariño, que conlleva a reconciliarse no sólo entre ellos sino con la misma vida.
La colorización dentro de la película de Barry Jenkins recrea una sensación única combinada con una fotografía poco convencional, explorando la finalidad de la misma, mostrar ángulos nuevos, perspectivas de las cosas que siempre están ahí, pero que no vemos que nos hablan.
Si bien la narrativa presentada no es en absoluta compleja en historia, la significación de los momentos, sumado a los complementos anteriores, la vuelven un sensación que inyecta esa curiosidad por descubrir cual será el final del filme, aunado a la chirriante sensación de la banda sonara que destempla no sólo los oídos, desgarra el corazón.
Moonlight nos lleva a reflexionar que dentro de cada uno están las respuestas que buscamos, la forma transformadora de educar a la sociedad, lejos de una tendencia opresora, sino más bien liberadora, en que se llegue a un consenso social que permita construir un mejor lugar para que crezca la niñez y no enfrente las vicisitudes que atormenta al hombre en su adultez.
