Por: Atilio Flores
Calificación: 5/5
Más de alguno ha catalogado el cine de Cristopher Nolan como pretencioso. En efecto, lo es. No es para menos que desde la revelación de este director en el año 2000 con «Memento» le haya catapultado a establecer muy bien su estilo de hacer cine.
Su forma de visionar el mundo lo tiene muy marcado con el thriller cinematográfico, manteniendo el suspenso dramático en cada fibra del celuloide. Así vimos construir su trilogía del «Caballero de la Noche» (2005-2012) —considerada como una de las mejores que retrata a Batman—, y ahondar también en temas científicos como la psicología de los sueños en «Inception» (2010), la teoría de los cosmos y la relatividad del tiempo con «Interestellar» (2014) y «Tenet» (2020), e introducirse con los dramas bélicos con «Dunkerque» (2017).
Ahora, Nolan mezcla el thriller con el género «biopic», dando —por el momento— la mejor película de toda su carrera y lo mejor que va de 2023 con «Oppenheimer», representando la historia del famoso físico Robert Oppenheimer, considerado el padre de la bomba atómica.
La historia de Oppenheimer marcaría el paso al desarrollo de la energía nuclear y la consecución de la destrucción humana a escalas inimaginables, por lo que se le consideró el «Prometeo moderno», al darle el fuego a los hombres que, al igual que su símil mitológico, juega un arma de doble filo que constituiría también el camino hacia su destrucción al dirigir a un grupo de científicos dentro del proyecto Manhattan a principios de los años 40.
La ambición por este retrato de Oppenheimer no la hubiese logrado sin la personificación que Cillian Murphy hace. Su interpretación es uno de sus mejores papeles protagónicos que ha ejecutado y que difícilmente ha logrado decepcionarnos en las últimas dos décadas, por lo que podemos llegar a vaticinar su momento cúspide para optar a ser el favorito de la Academia el próximo año en la categoría de mejor actor.
Su interpretación taciturna y hasta cierto punto de disociación constante de un mundo que gira alrededor del caos, logra caracterizar de una manera memorable a Oppenheimer. Murphy logra adentrarnos a la psicología del personaje, a sus traumas, a su ansiedad y el amor profuso que implica conocer los diferentes parámetros con que operan las leyes de la física dentro del mundo fenoménico.
Asimismo, Nolan provee elementos visuales interesantes que van acorralando a la audiencia a interpretar la realidad de una forma no convencional al adentrarse en el drama judicial del protagonista, utilizando por momentos el blanco y negro para retratarnos la narrativa expuesta por Lewis Strauss (Robert Downey Jr.) en su discurso difamatorio contra Oppenheimer, mientras que la visión del físico se da a color.
Nolan logra, literalmente, desnudarnos al personaje con una construcción alejada de lo evidente. La película renuncia de ser propagandista y de revictimizar a los que sufrieron las consecuencias que marcaría la guerra armamentista; pero, más allá de ello, nos muestra que al final todos somos reemplazables en un mundo que cuando nos necesita nos aclama, y que cuando ya no somos útiles para él, fácilmente nos desecha.
Aunado a ello, la música de Ludwig Göransson marca la tensión total dentro del filme con el chirriar de violines y del piano que nos introduce a una melancolía, a una especie de precipitación, como que si estuviésemos arrojando al vacío técnicamente las bombas que implica sumergirnos dentro de cada una de las tragedias que envuelven a los personajes, superando incluso las bandas sonoras que elaboró para «Tenet» y «Black Panther: Wakanda Forever».
La película no tiene reproche alguno. Su elenco goza de una calidad magistral encabezada por Cillian Murphy, Emily Blunt, Robert Downey Jr., Florence Pugh y Matt Damon; sin contar los diferentes cameos y apariciones de muchos otros que encarnaron a los contemporáneos de Oppenheimer, quienes devolvieron a la vida a muchas de las mentes brillantes que, para los amantes de la física y de la química y para aquellos conocedores de la ciencia, la vuelven un festín de personalidades que solo se veían en los libros de texto como meros teóricos que escudriñaban las ciencias a partir de planteamientos, pero que ahora se ven inmersos en volver y superar las teorías y volverse una realidad. Hacer que ahora nos interesen, sin duda, es una gran pretensión que Nolan ha logrado conquistar.
La crítica fue publicada por el autor en La Claqueta de Diario El Salvador el domingo 20 de agosto de 2023.
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