Por: Atilio Flores
Calificación: 3/5
Recordarnos cuan vulnerables e insignificantes somos ante cualquier situación es la lección más difícil de todas. Reconocer que erramos y que nos volvemos jueces inflexibles de cada acción en nuestras vidas parece un acto que como “dioses” creemos que es correcto. “La Cabaña” entabla ese dilema crucial de dividir nuestros sentimientos en buenos y malos, creyéndonos ser jueces imparciales de todo lo que acontece en la vida.
"The Shack" es una propuesta cinematográfica de corte religioso basada en el homónimo libro de William Paul Young. La historia narra parte de la vida de Mackenzie Phillips, un hombre de familia que se ve devastado cuando su pequeña hija es asesinada después de un trágico secuestro durante una excursión familiar. Sin embargo, el drama de este filme se centra en como Mack es puesto a prueba para superar el dolor que ello le provoca al ser convocado por “Dios” a la misma cabaña donde encontraron los rastros de su hija.
La película en su eje laico rescata muchos valores universales y la convicción del bien y el mal entorno a Dios, la naturaleza y el espíritu humano. Si bien su discurso narrativo y visual son bellos paisajes, el argumento nos recuerda al viaje de Robin Williams en 1998 como Chris Nielsen en “Más allá de los sueños”, al tratar de recuperar a su esposa que se ha suicidado como consecuencia de la perdida de sus dos hijos.
No obstante, la trama envuelve un saneamiento propio que lleva a reflexionar nuestro pensar y como se desenvuelve la naturaleza humana, sus aflicciones y la tan necesaria liberación de las ataduras materiales para dejar escapar las agonías que consumen el espíritu.
Es criticable que, si bien su inicio trata la manera de ver a la divinidad en su todo absoluto, como un ser que incluso trasciende la religión, cae en el vicio de fundamentar una religión en especifico, el cristianismo, cuando el mismo mensaje que trata de dar es la universalidad de entender a Dios no sólo por un dogma sino más bien por su personalidad, para crecer en las relaciones que deben de fundamentar la vida espiritual de los hombres.
Por otra parte, la elección del cast, deja y supera muchos parámetros tanto raciales como sexistas entorno a la figura de Dios, si bien es cierto que hemos visto representaciones de Dios como una persona de color, verla como un ser femenino, supera muchos paradigmas de los que se cree acerca de Él. El carisma propio de Octavía Spencer recae como algo dulce y a la vez predecible, como hemos visto en “Talentos Ocultos” y en su oscarizado papel como Minny en “The Help”.
Similarmente las interpretaciones Aviv Alush y Sumire como Jesús y Sarayu (Espíritu Santo) respectivamente, logran darle una sensibilidad a sus personajes, caracterizándolos particularmente en su lado humano. A su vez, Sam Worthington logra impregnar un buen papel que le van encaminando a roles más dramáticos y, en esencia, logra otorgar ese viaje introspectivo que permite hundirse en los abismos del sentir y razonar del hombre.
Los caminos que se vislumbran a través de La Cabaña, permiten en gran manera la superación de esos estadios por lo que atraviesa el hombre para llegar a una mejor construcción del yo, lejos del individualismo y la confrontación que amenazan con acabar con la poca humanidad que queda en el mundo; más allá de la forma egoísta que nos vuelve legisladores de la vida, así como también de recapacitar que tarde o temprano las consecuencias del destino no se pueden superar sin el perdón y el amor universal.
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