Por: Atilio Flores Fotografía: Andrea Alvarado / Marcela Moreno La delicadeza de los pasos de las Willis flotó sobre los escenarios del Teatro Presidente el pasado 31 de marzo y 1 de abril, trayendo el encanto de las tradiciones austriacas a través de la danza “Gisselle”, interpretadas por las bailarinas y bailarines del Ballet Nacional de Cuba.
Sus pasos tan delicados como el vuelo de una pluma al aire, narraron la historia de cómo un grupo de doncellas muertas antes de su boda danzan en las entrañas de los bosques, haciendo que los hombres que transitan por él bailen hasta fallecer junto a ellas.
Sus rostros pálidos, besados por la muerte, se funden como ninfas que ahuyentan a los que transitan en horas nocturnas, mientras Gisselle experimenta su primer encuentro con las Willis después de morir, tratando de evitar que su amado Albrecht entre en la muerte junto a ellas, tras llorar su irremediable partida.
En esta ocasión Anette Delgado encabezó el ballet dando vida a Gisselle, personaje que hasta 1961 fue interpretado por la directora del Ballet Nacional de Cuba, la aclamada Alicia Alonso, quien desde 1949, apenas un año después de fundada su compañía, jamás había retornado a El Salvador.
En el intermedio, los nervios se exaltaron con acrobacias del dueto de Viensasy Valdés y Patricio Revé en “Diana y Acteón”, quienes evocaron a las figuras mitológicas de la diosa de la cacería Diana y Acteón, un cazador iniciado en este arte, con una danza de su primer encuentro y el inicio de su rivalidad de una forma poética.
El segundo acto, posterior al “Pas de deux de Diana y Acteon”, estuvo marcado por los colores de la bella España, retratándonos una de las escenas del clásico de Cervantes con su famoso “Don Quijote”.
La “Suite de Don Quijote” resaltó la bravura de la tradición española de las corridas de toros. En ella los expectadores contemplaron el fulgor de las plazas de Castilla, junto a sus pueblerinos que danzaron magistralmente el encanto de las villas; jovialidad que recalcó el vestuario colorido entre las tonalidades crema y escarlata, así como el púrpura de los diseñadores Roger Casteleiro y Dolores Cruz.
La música a cargo de Carlos Rodríguez y Carlos Manuel Peña, combinaron un sentimiento desgarrador y profundo durante las presentaciones de “Giselle”, así como también del fulgor electrizante de la alegría pueblerina en “Suite de Don Quijote”.
La puesta escénica y escenografía sencilla en esencial para toda la presentación, rescatan un vivo contraste de color, lugubridad y serenidad que transformaron un retrato por la historia de la danza y la cultura mundial.
El reconocido grupo de ballet es dirigido por Alicia Alonso, Prima Ballerina Assoluta, una de las personalidades más destacadas en la historia de la danza en el ámbito iberoamericano. Ha sido galardonada -a nivel mundial- por su trayectoria y defensa por las artes. En el país, fue condecorada con un Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad de El Salvador y con la Orden del Libertador de los Esclavos “José Simeón Cañas” por parte de la Presidencia de El Salvador.
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