Por: Atilio Flores
Calificación 5/5
“Las mujeres tienen mente y tienen alma, no solo corazón… tiene ambición y tienen talento, no solo belleza; estoy harta de que la gente diga que una mujer solo sirve para el amor, estoy harta de eso”. - Jo March-
Desde las páginas hechas por Louisa May Alcott en 1868 en su clásica historia de “Mujercitas”, nos muestra una fuerte y elegante denuncia sobre el descontento social sobre la concepción de que las mujeres deben de estar sometidas solamente a actividades domésticas y de reproducción.
Este filme que, a lo largo del cine ha tenido múltiples adaptaciones, y que en esta ocasión nos encontramos frente a su cuarta entrega; nos muestra su vigencia latente al cuestionar la concepción y la continua replica de asignación de roles de género estigmatizados en la sociedad, la cual relega actividades que solo le competen al hombre o la mujer; por lo que “Little Women” no nos plantea un discurso nuevo sobre la carga social que implica ser mujer, sino más bien lo pinta y reivindica a su manera.
En esta época, las páginas de Alcott son retratadas por la visión de la directora Greta Gerwig, quien, además de dirigirla, adapta su guión para mostrarnos el mundo de las cuatro señoritas March: Jo, Meg, Beth y Amy, cuatro hermanas adolescentes que no se resignan a desarrollar el papel que se espera de las mujeres en su época, sino que buscan expresar su esencia como mujeres dentro de una sociedad patriarcal, marcadas por la guerra y el machismo.
No obstante, estas situaciones en la vida las van condicionando a expresar esa rebeldía contra el mundo que quiere doblegarlas frente a sus ideales, transformándolas a lo que la sociedad les va demandando. Es así como vemos que el hilo establecido por Jo, al ser la más liberal del grupo, no sede ante lo que la sociedad quiere, buscando ante todo la premisa de la libertad como un alma creativa.
Es aquí donde nos plantea el eterno dilema de la búsqueda de la identidad que se debe de respetar aunque la sociedad nos llame débiles o locos por no ceder a lo que ya está establecido, principalmente en aquellos elementos que considera ajenos a nuestra verdadera libertad como almas espirituales.
En este parámetro es de reforzar ese carisma que muestra el filme por apoyar los ideales de las mujeres, rompiendo las ataduras y estigmas sociales para respetar lo que ellas desean para con sus vidas, proponiendo en su discurso la inclusión de factores claves como la educación y la expresión del ser como elementos trascendentales para la realización de la equidad de género; otorgando con ello una transformación social más allá de verlas como elementos de adorno y de amor.
Es este sentido me permito citar un fragmento de una de las frases del diálogo de Amy March en una de las escenas de la cinta, pues considero de suma carga moral y adoctrinadora de ver como se ha atropellado a la mujer en sus derechos:
“Pues yo no soy un poeta, solo soy una mujer. Y como mujer no tengo forma de ganar dinero por mi cuenta, no el suficiente como para ganarme la vida o como para mantener a mi familia. Y si tuviera dinero, que no lo tengo. Ese dinero le pertenecería a mi marido en el momento en que nos casáramos y si tuviéramos hijos, serían suyos, no míos; serían de su propiedad. Así que no te sientes ahí a decirme que el matrimonio no es más que una proposición económica, porque lo es”.
Si bien el filme desarrollado por momentos con flashbacks recurrentes, nos muestran todas las virtudes que las mujeres tienen, especialmente aquella forma redentora que nos muestra sobre el amor en su máxima expresión, el cual es cultivado desde el hogar y que representa una gran tarea de replicar en nuestras vidas para que se vele por el bienestar de las hijas e hijos y perpetuar con ello una cadena de amor que en nuestra sociedad actual está desfalleciendo.
Son plausibles las interpretaciones de Saoirse Ronan como Jo y de Florence Pugh como Amy son las que se llevan las cámaras en este filme que incluyen también las actuaciones estelares de Laura Dern, Meryl Streep, Emma Watson, Eliza Scalen y Timothée Chalamet.
Con una banda sonora que recrea la inocencia, la ingenuidad, la alegría de enfrentarse al mundo pese a unas condiciones sociales que tienden a favorecer a los de clase alta, machistas y excluyentes, es el toque que Alejandro Desplat logra armonizar en esta adaptación, la cual contrasta perfectamente con el ritmo dramático de la fotografía de Yorick Le Saux y el vestuario imponente de Jacqueline Durran, quien se llevó precisamente el Oscar en esta categoría por este filme.
Asimismo, vale la pena acotar que es lamentable que en las nominaciones de los Oscar de este año Greta Gerwig no figurara como una de los cinco mejores directores, ya que sin duda merecía tener ese honor, incluso haberse podido atribuir la estatuilla como mejor guion adaptado.
Es de agradecer que década tras década, aparezca una versión nueva de "Mujercitas", para recordarnos cuan viciada esta nuestra sociedad en la concepción que tenemos hacia los roles que imponemos a las mujeres, y sobre todo, para poder reivindicar sus ideales en la sociedad.
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